31 ene 2010





En el estudio de Sevilla. Foto: Minerva Parra Peralbo

Reseña en la revista D-PALMA


¿Paraíso perdido?

Gómezdelacuesta.

Mientras Miguel Gómez Losada intentaba con poca maña, para que engañarnos, hacer café con una cafetera que parecía no usar nunca, la artista Verónica Ruth Frías y yo esperábamos en la sala que le servía de estudio en un piso de Ciudad Jardín, en Córdoba. Recuerdo que pensé que no había mucha luz, el día tampoco acompañaba. Preparábamos entonces la colectiva Arte Jondo para ABA Art Contemporani y de eso hace ya –como pasa el tiempo- cinco años. Allí nos enseñó las piezas que terminarían formando parte de la citada exposición y, entre otras maravillas, una serie de fotos íntimas, reposadas, de paisajes invernales recreados –sin parecerlo- con poliexpán. En ellos, Miguel, aprovechaba un haz de luz puntual que se colaba por la ventana del que entonces era su taller, la que daba al patio de vecinos, para obtener un conseguido efecto crepuscular. En algunas de aquellas instantáneas un toro cansado emprendía su huida, un camino que hizo parada y fonda en la palmesana Fàbrica de Licors con una individual de fotografía, video e instalación que se tituló Geografía Reservada.

Con los Arte Jondo –en uno de esos septiembres rumbosos de Nit de l’Art- hubo risas, juerga y algún ibuprofeno, baños marinos de tipos poco acuáticos, paseos por Es Trenc con recuerdo vegetal y arroces negros, barbacoas en áticos de galeristas simpáticas y un rayo de luz mañanero, reincidente y aplaudido, que se clavaba en los cerebros de quienes quería despertar. Conversaciones borrachas con taxistas rubias, auténtica mala follá granaina –aquí quiero veros señores traductores del DP al alemán- diseñadoras enamoradizas y terrazas en pueblos perdidos desde donde otear los confines del mundo. ¿La exposición? Muy bien, gracias. Las cervezas del Flexas –un saludo por si me estáis leyendo- se alternaron con el salmorejo de Pepe de la Judería, las manitas de El Pisto y los finos de la Taberna Salinas, los gintonics, por supuesto, en el Soul, el Amapola y el Automático –más saludos para todos-. Y de allí al Colegio de Arquitectos cordobés, a dar una conferencia sobre algunas versiones y muchas perversiones, y a hermanarnos como comisarios en una intervención artística que, quizá, pudo ser más.

Y ahora sus pinturas –Miguel siempre es pintor- de nuevo en ABA Art y a partir del 12 de febrero. Visiones de un nuevo mundo, primeras flores y otras hierbas, el frío, las estrellas… La mirada de un visionario que gusta de lo vegetal, de lo natural y de lo septentrional, que se fascina con el detalle y que trasciende lo general, que busca y nos encuentra. Una cosmología particular y común que nos hace retornar a lo esencial, a ese paraíso que perdimos –sin que la pérdida mereciera la pena- y por el que él se esfuerza, a cada instante, con cada pincelada, con la clara intención de que en nuestra frenética alienación, despersonalizadora y contemporánea, nos salvemos de esta abrupta desnaturalización que tanto estamos padeciendo y podamos recuperar aquel edén que, a día de hoy, parece definitivamente perdido.



Miguel Gómez Losada. Foto: José Antonio Modelo Villatoro